Jan Mandyn, Harlem; Flandes. Festín Burlesco. Óleo sobre madera de roble. Museo de Bilbao. C 1550
Quienes integramos El Convite, Club Gourmet, grupo gastronómico fundado en diciembre de 2003, les damos la más cordial bienvenida a nuestra página, en la que registramos nuestras actividades gastronómicas, orientadas siempre al disfrute de la buena comida, la recreación de algunas tradiciones culinarias y la convivencia de sus asociados

8 de julio de 2008

Tres generaciones


Crónica de una comida anunciada y muy celebrada. Este podría ser el encabezado para la reseña del convite del pasado domingo seis de junio. A invitación expresa de los Hernández Aragón, los asociados nos reunimos en su casa para degustar otro de sus singulares y exquisitos banquetes con los que estos conviteros suelen siempre agasajarnos. Y aunque dijeron que en las cuarenta y ocho horas previas a su comida mucho trajinaron, se esforzaron y hasta se alguataron con algunos ingredientes, la verdad sea dicha, cada platillo reveló por sí mismo, las intensas horas de trabajo, el esmero y la sapiencia que los cocineros tuvieron que emplear para elaborarlos. En esta ocasión optaron por un menú, “sencillo, para nada complicado” y lo que nos dieron en elegantes platos fue una sinfonía de sabores delicados, evocadores aromas y perfumadas salsas que bañaban apetitosas carnes, precedidas por barroquísimos brebajes refrescantes que llevaban disfrazado el piquetito; y si no me creen pregúntele a varias conviteras que, con caras achispadas, pidieron hasta cuatro o cinco veces la famosa bebida de la tía Mariquita.

Para los lectores de este blog, que seguro ya se estarán preguntado que fue lo que comimos, les transcribo de inmediato el menú: el diligente fogón de los Hernández Aragón nos sirvió de entrada unos pequeños charales de Chapala rebajados con el sabroso cóctel de manguila de árbol, seguidos por un exótico y sorprendente minguichi emplazado en tortillas de maíz azul, unas patitas de cerdo a la vinagreta –un pecado mortal para los hipercolesterolémicos- y una lengua en salsa Mamá Lola que era la protagonista principal de la comida y todo un delicatessen. Acompañaba a esta última una torta de calabacitas y nopalitos. Luego llegaron los tres postres, porque en esta casa nunca se sirven menos de ese socorrido número: el primero fue un pastel de zanahoria estilo Guadalajara, acompañado de una deliciosa cajeta que combinaba camote con pitahaya y, para los más tragones, circuló un tercero, de nombre El Alfeñique, un postre con una forma y un color francamente perturbadores, pero muy sabroso. El cronista felicita calurosamente a Sergio y Laura por esa comida que será siempre recordada y que rinde honores a la rica tradición de la cocina mexicana y también a la sabiduría acumulada en el linaje de las familias Arroyo y Aragón por tres generaciones de consumadas cocineras.