Jan Mandyn, Harlem; Flandes. Festín Burlesco. Óleo sobre madera de roble. Museo de Bilbao. C 1550
Quienes integramos El Convite, Club Gourmet, grupo gastronómico fundado en diciembre de 2003, les damos la más cordial bienvenida a nuestra página, en la que registramos nuestras actividades gastronómicas, orientadas siempre al disfrute de la buena comida, la recreación de algunas tradiciones culinarias y la convivencia de sus asociados

8 de octubre de 2012

Roma, caput mundi


¿Y lo seguirá siendo? Yo creo que en ciertos aspectos, sí. Roma fue y actualmente sigue siendo una de las ciudades europeas más interesantes si se piensa en la riqueza de su patrimonio artístico, su historia milenaria y también, aunque esto sea un hecho menos conocido, por su gastronomía. La cocina italiana, como la de otras naciones, se nutre de la variedad que le aportan sus regiones y, a veces, ciertas ciudades específicas. Roma es una de ellas. Es un lugar en el que el turista curioso e interesado puede deambular por días enteros a la búsqueda de platos únicos por su sabor y encontrar en ellos formas de preparación que tienen en su base los conocimientos  y la técnica acumulada por centurias.

Para honrar a esta cocina se nos ocurrió entonces proponerle al grupo una comida que fuera, más que italiana, auténticamente romana. Y por lo mismo el menú debía incluir platos que se reconocían como emblemáticos de la ciudad y que incluso llevasen en su nombre el de Roma misma. Prepararlos no fue una empresa fácil, sobre todo porque en nuestros supermercados se comienza a retirar de los anaqueles algunas hierbas e ingredientes necesarios para elaborar ciertos platillos. La letanía más común que escuchamos esta vez fue esta: ¿Salvia? ¿Quiere Salvia? No, señora, esas hierbas ya están descontinuadas, nos decía el empleado del departamento de verduras. ¿Cómo que descontinuadas?, pensaba, pues ni que estuviésemos buscando cigüeñales, transmisiones automáticas o un juego de amortiguadores. Cuando por fin la conseguimos, traída ex profeso de Guadalajara, nos la entregaron en calidad de arbusto: esto es, con todas sus hojas, semillas, flores, tronco, ramas y raíces con terrones incluidos, lista para practicarse una limpia.

Finalmente se pudo conformar un menú completo y fue el siguiente: como entrada única, un paté de camarón untado en tostadas Melba. Como "primo piatto" servimos un risotto ai funghi (morilles y porcini) que se adhería muy bien al tenedor cuando se tomaba, como debe ser con cualquier buen risotto que se ostente como tal.  Luego vendría el plato principal, escogido porque se cree que nació en la ciudad de Romulo y Remo (algunos historiadores incluso señalan un barrio en el que se cocinó por primera vez); un platillo que cada restaurante romano alega prepararlo de la manera más artesanal y auténtica posible. Me refiero al famoso saltimbocca alla romana, acompañado con un espejo de salvia (nótese) y unos cestini di parmigiano que contenían graciosamente a la ensalada que combinaba hojas de lechuga francesa, algunas nueces y frutas tropicales deshidratadas.

Estas canastitas, para referirme a ellas en español americano, se hicieron con queso parmesano, previamente rayado y fundido en un sartén sobrecalentado. Luego de quemarse uno las yemas de los dedos para sacarlas del fuego, se colocaban sobre moldes de vidrio, de los que se usan para las gelatinas, para obtener su forma. Quizás lo mejor de todo fue que uno podía comérselos al terminarse la ensalada, algo que hicieron con mucho gusto algunos comensales que nunca se llenan con las "comiditas" que se sirven en mi casa. Y aquí aprovecho para informarle a mis tres lectores que por fin me estoy metiendo a la cocina. Que después de trabajar por años como cronista, fotógrafo y presidente alguate de este grupo, me lancé a confeccionar algunas cosas, pocas y no de mucho mérito, pero ya es avance.

Por último, después de saborear el último trozo de carne con jamón serrano, se pasó al tiempo de los postres. ¿Y cuál otro podía servirse para no desentonar, sino el tiramisú, que tal vez no sea muy romano pero estoy seguro que italiano si lo es a ciencia cierta. Pedido un día antes a la pastelería Brisée -recuérdese que el reglamento permite comprar los postres fuera del grupo- se sirvió acompañado de un helado y café americano. Terminamos la comida con una sobremesa que osciló entre temas ecológicos, una demostración en vivo sobre los benéficos efectos de las semillas del papachi, restauración de objetos heredados y algunos planes para ir consolidando la permanencia de este grupo que ya pronto cumplirá diez años de existencia. Gracias de nuevo a todos por su apoyo y asistencia.