Pero vayamos por partes. Los anfitriones nos recibieron a partir de las dos y media de la tarde, y aunque cueste creerlo, todos llegamos muy puntuales, desmintiendo aquéllo de que los mexicanos no somos muy proclives a practicar esta buena costumbre. Ya en la mesa de la sala nos esperaba un amplio abanico de botanas entre las que se incluían un jamón serrano español, bellotero Revilla, las aceitunas rellenas de pimiento morrón, quesos Brie y Cheddar y unos cacahuates mezclados con arándanos dulces. Por supuesto, este fue el momento en que el anfitrión podía haberse lucido ofreciendo lo mejor de su cava y su experiencia en servir bebidas alcohólicas y cócteles, pero como estaba muy atareando en la cocina, tuvo que dejar esa tarea para más tarde.
Cuando por fin fuimos llamados a tomar un lugar en una mesa que había sido preparada con esmero, el platillo principal ya estaba emplazado y listo para ser disfrutado por todos los comensales. Se trataba de un pollo laqueado a lo español y para elaborarlo Fernando, siguió las indicaciones y la receta de Chez Silvia Icart, quién le asesoró via internet para elaborar este platillo y los acompañamientos que se sirvieron con él. Debo aclarar que en la cocina estuvo al pie del cañón, un ayudante que debió ser muy importante para calmar los nervios de nuestro amigo. Me refiero a su hijo Jaime, quien estuvo pendiente de todo el proceso de horneado del pollo y de otros menesteres. También se sirvieron varias salsas, una de ciruela y otra elaborada a partir de una receta de Silvia, mismas que vinieron a acentuar el delicioso sabor de un pollo que de tan suave se disolvía en la boca, regado, por supuesto, con un vino rojo español.
Para finalizar tan rica comida, se sirvieron dos postres. Una gelatina de fresa y un pastel de piña colada que llegaron hasta esta mesa acompañados de café o té y para los que quisieron aprovechar que estaban en casa de un inspirado barman, como el que esto escribe, se hicieron servir digestivos de finas hierbas como el licor 43 con hielo frappe. Finalmente, luego de arreglar el mundo discutiendo en la sobremesa temas tan espinosos como los de las relaciones maritales y los de padres e hijos, la sesión terminó y cada uno de los comensales agradecieron, como correspondía, a los anfitriones por tan agradable velada.
Y bien, nada más se despidió el último de los invitados, la H. Comisión Federal de Electricidad, so pretexto de una fuerte tormenta, procedió a desenchufar un cable de alimentación que dejó sin fluido eléctrico a los González Peña, por trece horas completas. Muy considerados los técnicos de la dichosa compañía que se esperaron a que terminara este ágape para que los caseros no les quedaran mal a sus invitados, manteniendo el servicio mientras que ellos comían.
Para finalizar tan rica comida, se sirvieron dos postres. Una gelatina de fresa y un pastel de piña colada que llegaron hasta esta mesa acompañados de café o té y para los que quisieron aprovechar que estaban en casa de un inspirado barman, como el que esto escribe, se hicieron servir digestivos de finas hierbas como el licor 43 con hielo frappe. Finalmente, luego de arreglar el mundo discutiendo en la sobremesa temas tan espinosos como los de las relaciones maritales y los de padres e hijos, la sesión terminó y cada uno de los comensales agradecieron, como correspondía, a los anfitriones por tan agradable velada.
Y bien, nada más se despidió el último de los invitados, la H. Comisión Federal de Electricidad, so pretexto de una fuerte tormenta, procedió a desenchufar un cable de alimentación que dejó sin fluido eléctrico a los González Peña, por trece horas completas. Muy considerados los técnicos de la dichosa compañía que se esperaron a que terminara este ágape para que los caseros no les quedaran mal a sus invitados, manteniendo el servicio mientras que ellos comían.